19.11.12

En frutas y hortalizas, el liderazgo de los españoles en el mercado europeo, ¿es para siempre?

COMENTARIO
Que las frutas y hortalizas se hagan marquistas, diversifiquen e innoven parece un propósito colosal. Para algunos lo que tiene que hacerse es tan solo concentrar la oferta ... y entonces, ¿qué? ¿Dictar la ley del más fuerte? Hay quienes creen que aumentar continuamente la diversidad de tipos y variedades en frutas y verduras no se puede, porque la “GDO, gran distribución organizada", lo que pide son estándares. Sin embargo, soy de los que creen, que “sí, se puede”. Los franceses dicen que los consumidores quieren que se cumpla con la teoría de las 4 P: proximité, plaisir, praticité y un prix asequible. En los estudios de mercado sobre productos alimentarios, nada se dice de estándares y graneles, como preferencias de los consumidores.


El enemigo en casa” es el título de un comentario del periodista Vidal Maté, especializado en la sección de agroalimentación  del periódico El País haciendo referencia, en estas fechas, a dificultades a la hora de acometer planes de exportación, mediante nuevas estrategias, para algunos productos alimentarios. El periodista hace referencia a la relación que existe en la trilogía, turismo (territorio), producto alimentario y gastronomía. En el caso de los españoles, “no se puede hablar de aceite de oliva como un producto exclusivo y caro en el exterior cuando en España es un reclamo barato de la cesta de la compra”, dice el periodista.
La práctica de los “precios bajos” de las cadenas de distribución alimentarias utilizan algunos productos básicos como reflejo de los bajos precios que los consumidores encontrarán comprando en sus enseñas. En España, lo hacen casi todos, Mercadona, el Día, Carrefour, … y hasta El Corte Inglés, el almacén más marquista de todos, se apunta a la moda, para luchar contra la crisis, dicen. En España los mejores ejemplos de estas prácticas comerciales en alimentación están en el aceite de oliva, el vino y los graneles de frutas y hortalizas.

El vino, cuenta Maté, sigue una escalada similar al del aceite de oliva. Los españoles venden al exterior 22,3 millones de hectólitros de vino y en su país solo se beben 10 millones de hectólitros. Una asignatura pendiente de los productores de uva para vino, de sus bodegas, es reducir los graneles, porque el 50% de sus ventas en el exterior es de un vino barato que se malvende a 0,40 euros el litro.

En frutas y hortalizas España es un líder indiscutible con ventas europeas de más de 10 millones de toneladas y una facturación mayor de 8.500 millones de euros. Sin embargo, aún son mayoría las empresas y directivos clamando por la competencia con terceros países mientras se ocupan tan sólo de enviar graneles y frutos standard a las tiendas europeas.

Más aceite, más vino, más frutas y hortalizas y menos coches, es la actualidad económica de los españoles. En las exportaciones de lo que éste país vende en el exterior, la industria alimentaria ha tomado la delantera a la automovilística, en la primera mitad del año 2012.

El concepto “food nation” y su significado
En la época del “president” Pasqual Maragal en Catalunya se celebró el Congrés del Món Rural y desde entonces se habla más que nunca del “food nation”, el valor del “terroir” que dicen los franceses, aplicándolo al binomio gastronomía y agroalimentación. La doctrina del “food nation” destaca en aquellas zonas geográficas o territorios que, verdaderamente defienden y preservan  raíces o costumbres de una cocina popular y auténtica.

Al igual como el “food nation”,  “la horticultura” de algunos países podría trasladar a los consumidores de todo el mundo, los españoles a los norte europeos por ejemplo, una pasión más intensa por las verduras y las frutas frescas. En las costumbres alimentarias de lo que se trata es de asentar criterios, y promover al mismo tiempo la diversidad de variedades, tipos de fruto y de las marcas. A la vez, a mi parecer lo mejor es huir de los estándares y de aquellos que dicen, “todos los tomates o todas las frutas, son iguales” y, claro está, escapar de los precios bajos. Creo que es mejor hacer buenas interpretaciones de las 4 P de los franceses.

En la región de Jerez, en Andalucía, con una rica industria vitivinícola, con el comercio del brandy, los finos y la manzanilla, cuando el vino lo manejaban ingleses, franceses y holandeses, en los años 90 del siglo pasado, esta industria vendía 200 millones de botellas anuales. Hoy se cree que se venden tan solo, 55 millones y de los 10.000 empleos de entonces, quedan un millar. ¿Qué ha ocurrido?

La horticultura está globalizada
En las frutas y hortalizas se ha perdido la estacionalidad y el comercio está globalizado, dice Jordi Ballester de Semillas Fitó, en una opinión reciente. La demanda y hábitos de los consumidores han evolucionado y hay factores determinantes que son nuevos en la decisión de compra, la salud, el placer, la facilidad o comodidad, el manejo (la poscosecha) del producto y la demanda de “local, local”. En frutas y hortalizas, el liderazgo de los españoles en el mercado europeo, ¿es para siempre?

Un concepto como el de “food nation”, aplicado a las verduras y frutas en la cultura turística de los españoles, con marcas y “especialidades”, colaborando con la creatividad de la gastronomía para que los turistas conozcan más cosas que sangrías y paellas, puede contribuir a la demanda de ciertas frutas y verduras, con preferencias de unas frente a otras, tal y como ocurre con las flores de los holandeses. En el marketing no existen las casualidades. La capitalidad de la floricultura y la horticultura holandesa no es ninguna casualidad, y para verlo tan solo hay que mirar las actividades de años y años del Bloemenbureau y/o el Plant Publicity Holland o las inversiones comerciales y logísticas del Veiling Aalsmeer.

Al igual como en el aceite de oliva y el vino, los españoles - o los mexicanos, brasileños, chilenos, …- en frutas y hortalizas, no pueden dejar de hablar de marcas, diversidad de tipos de frutos y de verduras, exclusivas por su calidad. Pero, tan solo con ello, no es posible pretender liderar los mercados de exportación añadiendo cierto valor para los productores. Esto, solo ocurrirá cuando estos alimentos, en las tiendas de sus propios territorios, dejen de ser  reclamo de “comida barata”, vendida en fruterías y supermercados sin estándares de calidad y aceptando un tipo de comercio mayorista y minorista donde priman los graneles, con establecimientos que a veces dejan mucho que desear, por su higiene y en la información al consumidor.

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