Opino que de este debate la cuestión es otra. ¿Quiénes son los responsables de que la gente se crea que los tomates de ahora, son malos? Parece que muchos consumidores así lo creen, si se tienen en cuenta los comentarios que hay en el blog Gastronotas de Capel. ¿Porqué hay este estado de opinión con respecto al sabor de los tomates? Si hay culpables, que nadie los busque entre los productores.
Cuando uno se acerca a los consumidores para conocer en qué creen o qué quieren, no es fácil conocer sus opiniones y preferencias. En tomates hay quien piensa en rojos, duros, ni grandes ni pequeños, de larga vida, y a buen precio, o sea baratos. Esta claro, ¿no? No hace falta pensar mucho, dirían algunos. El blog Gastronotas de Capel hace la pregunta, ¿porqué son tan malos los tomates? Aquí en el blog del Grupo THM, podemos hacernos otra pregunta, ¿porqué la gente cree que los tomates modernos no saben a nada? Capel en Internet ha estado provocador. Era su papel.
En el blog Gastronotas de Capel, participé en su debate y aquí lo que quiero es opinar sobre el sabor de los tomates y porqué la gente cree en una, o bien, otra cosa, con respecto a calidad en frutas y hortalizas.
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| Imagen: Infos CTIFL |
La entrada en el blog de Capel sobre tomates era amena, estaba bien escrita. Para los gastrónomos y para los consumidores que le leen, Capel tiene credibilidad y yo también se la doy. Sin embargo por mi parte creo que los productores de tomates deberían rebelarse ante esta situación. Incluso también les diría, “indignaos”.
Una de las anécdotas que contaba Capel en su nota sobre los “malos tomates” era que él había comprado a las caseras de Zarauz (País Vasco) donde ha veraneado durante 25 años unos tomates que eran soberbios. Su cita me hizo recordar que durante tres veraneos en Urberuaga cerca de Markina, también en el Pais Vasco, mi padre me llevada a merendar en un caserío al borde de la carretera y nos servían una leche fresca y pan. Era un vaso de leche de un sabor extraordinario, sabrosísimo. Ahora, con el paso de los años, puedo contar como recuerdo estos vasos de leche de estas meriendas con tanta estima, era leche auténtica, estábamos en agosto, la bebíamos sentados en el pasto, a la sombra de un árbol y estaba con mi padre.
Eran vasos de leche fantásticos, una experiencia, un placer.
¿Porqué es tan mala la leche natural que compro en los supermercados?, podríamos preguntarnos. Creo que habría pocas respuestas entre los consumidores. No sé si la leche natural que venden en los supermercado es buena o mala. En los supermercados, de leche natural casi no la hay, y si acaso es difícil encontrarla. De lo que hay, por tanto la leche que la gente compra, conoce y consume, es de la semidesnatado o desnatada, con más cal, con vitaminas o con más de todo esto y sin de lo otro, la que adelgaza o la que previene del resfriado. La leche que venden los productores, es decir sus industrias, es en forma de yogures, con fruta o con sabores... mezclada o enriquecida con otros productos, todo muy saludable y sabroso. En los alimentos lácteos crece otra categoría de alimentos, los funcionales, que están enriquecidos con nutracéuticos (la farmacia llega al supermercado por la nevera)
En las neveras de un supermercado, por ejemplo en el número uno de los españoles, que además en su plan de marketing dice que pretenden tener pocas referencias para bajar precios, he contado hasta 20 tipos de leche envasada distinta, 29 tipos de bebidas en base a yogurt, 33 tipos de postres lácteos y, atención a los que dicen que la diversidad no interesa, porque tienen 76 tipos de yogurts diferentes. En la leche hay una industria alimentaria muy moderna.
A nadie se le ocurrirá decir que la leche es mala. Te gustará más de un tipo o de otro, en forma líquida o como pastel de queso, y, en los yogures, tomando dos al día, en un mes no consigues probarlos todos.
En las profesiones hortícolas de Francia, Italia y España, sabemos que comercialmente el manager de fresco de un supermercado puede elegir entre 18 tipos de frutos de tomates diferentes, y para cada uno de ellos se dispone de un gran número de variedades. Este manager, con su decisión, en cierta forma señala el modelo de negocio que prefiere para su frutería.
Por lo general, las tiendas quieren simplificar. Con aquello, del rojo, redondo, duro que dure y barato, las tiendas se quedan entre 3 y 6 tipos de frutos de tomates como mucho. Sobre las especialidades y novedades, información ni una. Lo normal es que en una frutería europea, en invierno para cada tipo de verdura o fruto, en la cartelería informativa del producto dicen, de España, de Turquía, etc En verano, algunos ponen tomates del país, y solo en algunos casos, se incluyen los nombres locales de tradición histórica como, por ejemplo, en tomates, Raf, Marmande, Cuore de Buey, el Roma, etc.
Al nombre de la variedad de los tomates hasta los gerentes de las organizaciones de productores han renunciado comercialmente a utilizarla, igual como a los intentos de crear marcas con un significado real.
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| El tomacó, para untar, para freir, etc |
En la horticultura moderna hay tomates sabrosos y deliciosos pero los gestores de las tiendas y los supermercados actuales lo que piden a los productores hortícolas es un estandard y barato, barato y barato; quieren unos precios siempre bajos.
Los consumidores debieran enterarse que entre los 18 tipos de tomates y sus correspondientes variedades comerciales que hay hoy disponibles (podrían ser muchas más) para situar en las fruterías, entre ellos, hay sabores deliciosos y muchos consumidores encontrarían alguno/s que incluso podrán calificar de soberbios.
¿Qué está pasando en la horticultura moderna?
¿La legislación alimentaria tiene en cuenta la información sobre las producciones de la industria hortícola actual?
¿Qué está pasando en la horticultura moderna? ¿Porqué los productores dejan que sus clientes los consumidores piensen que los tomates son malos, que tienen poco o mal sabor? A los productores de tomates les importa la trazabilidad, la seguridad alimentaría y evitar los residuos químicos en sus plantas y frutos. En cambio no se indignan cuando en el comercio no les permiten informar con detalle sobre las propiedades de sus tomates, berenjenas, melones, pimientos o sobre los tipos de coles.
En mi opinión las leyes de seguridad alimentaria y de nutrición de la UE o de la mayor parte de países deberían proteger y obligar a las tiendas a una mejor información sobre los productos naturales, distribuidos en fresco. Habría que promover una comunicación veraz y auténtica de la diversidad en cuanto a las calidades disponibles de las frutas y hortalizas para los consumidores.
En la industria hortícola moderna se producen frutas y hortalizas de altísima calidad, Hay tipos de frutos, con propiedades saludables y nutritivas que son específicas y la gran mayoría de los consumidores desconocen.
A la industria hortícola moderna, el debate de los tomates le interesa mucho. Debiera interesarle, es lo que yo pienso. Las tecnologías que utilizan actualmente los productores de tomates (y de las demás frutas y hortalizas), las variedades, el respeto al medioambiente, los sistemas de fertirrigación, control del clima y la poscosecha tienen altos costes para estos productores y significan sustanciales avances agronómicos y sociales para todas las profesiones hortícolas.
Todos los sistemas de producción hortícolas actuales, a la que me gusta llamar horticultura moderna, permiten introducir y controlar una extensa pluralidad de sabores y las frutas y hortalizas tienen placeres que los consumidores merecen conocer y disfrutar mejor.
La diversidad gastronómica no está solamente en las industrias alimentarias de sectores como los lácteos, bollería, cárnicos o vinos, sino que también la horticultura moderna puede ofrecer a las tiendas variedades para que pongan en las estanterías tanta diversidad de tomates como de yogures.
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| Informar desde la producción hasta la mesa |
En el marketing alimentario, lo importante es saber qué decir, además de que sea cierto.
Si a los productores de tomates o de otras frutas, algún día consiguen indignarlos lo suficiente con debates como el de porqué son tan malos los tomates, estarán en su derecho de exigir que se identifiquen sus productos, envase a envase. ¿Qué es esto de decir que el agua es mala, sin señalar, cuál es la mala? La del grifo, la de este pueblo o la de tal marca. ¿Verdad que esto, en nuestra sociedad, no lo permitiríamos?
Imaginen que las leyes alimentarias obligaran a identificar a los productos naturales. Que todas las frutas y verduras estuvieran identificadas, hoy las TIC lo permiten. No seria nada nuevo, en la leche se hace, en la harina, en las legumbres, el agua, vino, los huevos vienen identificados uno a uno, etc, Si fuera así en el Gastronotas de Capel, y en tantos otros medios de comunicación podrán titular sus noticias anunciando del porqué son tan malos los tomates de tal Supermercado, los del Mercabien, o los del productor hortícola Isabel de California, etc. Lo que no podrán poner en las informaciones gastronómicas sobre tomates, por ejemplo, serán afirmaciones peyorativas y genéricas como tan a menudo se hace en los sectores de las frutas y hortalizas. Todos sabemos a que llevan este tipo de informaciones, incluso en el peor de los casos provocan crisis alimentarias, como que los pepinos españoles o los melones de México llevan no sé qué E, Coli, ¿pero, qué es esto? ¿en cuáles, melones, en qué pepinos?
Ahora, según informa 5 al Día en Portugal, la UE a traves del Freshfel lanza una campaña para recuperar el consumo de vegetales.
En la industria hortícola deberíamos indignarnos con más propiedad, porque en cierto modo aún quedan organizaciones de productores, mayoristas y cadenas de tiendas que promueven el desconocimiento del consumidor sobre las calidades y las propiedades saludables, nutritivas, sobre la diversidad de sabores y de las calidades, de frutas y hortalizas.En la horticultura queda demasiada gente que aún desprecian el poder que tiene la cultura gastronómica moderna que puede agrandar la atención sobre los placeres de los menús basados en productos naturales y frescos de frutas y hortalizas. Se acepta sin rubor, que en la cadena de suministro alimentario, se promueva la creencia de que los productos naturales, cuando se venden en fresco, todos son iguales y lo único que importa es su precio.
