- Los flujos del Carbono y aplicaciones del bambú cultivado a gran escala para producir biomasa
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Entre los tantos problemas que debe resolver la sociedad moderna, la reducción del tenor de dióxido de carbono en la atmósfera suele encender los debates más exasperados. Desde las posiciones negacionistas hasta las más apocalípticas, nos queda a todos la impresión de que, como decía Buda, El camino de la verdad está en el justo medio. No obstante, es innegable que la cantidad de dióxido de carbono en la atmósfera va en aumento y que si no se toman medidas las cosas irán a peor. El problema es qué medidas son las más adecuadas y cómo organizar un plan de acción que no genere más problemas que los que resuelve.
Ante todo, debemos recalcar que el problema de las emisiones de gases de efecto invernadero es político y no tecnológico. No es necesario recurrir a complicadas tecnologías de captura y almacenamiento de dióxido de carbono, como nos quieren hacer creer gobiernos, multinacionales y esa fracción del mundo académico que busca con más ardor quién le financie los juguetes nuevos para el laboratorio que el beneficio de la Sociedad.
El documento completo sobre la utilización de la "biomasa como sumidero de Carbono" de Mario Rosato está disponible a la demanda en PDF en la sección Publicaciones del Grupo THM y el portal Poscosecha.com.
El modo más barato de reducir los gases de efecto invernadero es dejar crecer árboles y que éstos absorban el carbono atmosférico y lo acumulen en su propia biomasa. Lástima que según un reporte de Jeune Afrique, 5.000.000 de ha de bosque tropical desaparecen cada año (en África) para producir parket, vigas, muebles… porque la construcción es siempre el primer sector que tratan de desarrollar y mantener los políticos de todos los países. Y no se terminan aquí las perversiones políticas del sistema.
En el artículo de Mario Rosato, "la biomasa como sumidero de carbono" se explica como con poca inversión y sin recurrir a quién sabe qué tecnologías súper avanzadas (léase caras y al alcance de unos pocos que tienen la patente o el know how o la capacidad financiera de llevarlas a cabo), se podría reducir drásticamente la concentración de CO2 en el aire. Y al mismo tiempo descontaminar las aguas residuales y además producir material de construcción barato, duradero y sostenible sin necesidad de abatir forestas tropicales.
Flujos de carbono en el sistema propuesto. La línea punteada indica el sumidero de carbono efectivo. |
La idea es de verdad simple: los residuos de origen orgánico (estiércol, purín, fracción húmeda de basuras urbanas) están compuestos fundamentalmente por agua, carbono y nitrógeno. Mediante un proceso de digestión anaeróbica de segunda generación (para producir biohidrógeno en vez de biometano) es posible extraer energía de esta biomasa residual (residual: palabra que, curiosamente, se les olvida siempre a los legisladores cuando redactan las leyes sobre el uso de la biomasa).
El residuo de la digestión anaeróbica (¡Residuo de residuos!) se llama digestado, y sigue conteniendo agua, carbono y nitrógeno (éste último considerado un fertilizante pero también un contaminante por la Directiva 91/676/CEE, que limita su utilización con fines agrícolas). Sin embargo el problema del exceso de nitrógeno puede convertirse fácilmente en una oportunidad.
El bambú
El bambú, y más concretamente las especies gigantes como Phyllostachys pubescens, es una planta que crece muy velozmente, fijando grandes cantidades de carbono atmosférico en sus tejidos, pero para ello necesita grandes cantidades de agua y nitrógeno (al menos 1.000 kg/ha año de este último, de tres a cinco veces más que el maíz). El truco para que ese carbono no vuelva a la atmósfera es producir algún bien durable con la biomasa del bambú (que está compuesta por 51% de carbono).
Se da el caso que la “madera” del bambú (técnicamente, el parénquima, pues el bambú posee la mitad de lignina respecto a la madera) presenta características mecánicas superiores a las de cualquier madera de origen forestal. A este punto el sumidero de carbono del sistema que estamos planteando lo constituirían el parquet y las vigas, puertas, muebles, y hasta paredes, de nuestras (esperemos que futuras) casas. Por lo tanto, con una superficie cultivada relativamente modesta se podrían dejar en paz de una vez a los árboles (los de madera dura en especial, que vienen de las forestas tropicales) y utilizar el bambú para producir material de construcción. Las partes menos nobles (hojas, ramas, extremo más fino de la caña) se pueden utilizar sin mayores problema para producir pasta de papel o pellets combustibles o tableros de fibra.
Todo lo anterior se entiende mejor si lo ponemos en números. Por cada 20 ton de basura se puede cultivar 1 ha de bambú y quedan 8,9 ton de carbono fijadas en bienes durables (muebles, elementos estructurales para la construcción, etc.). El proceso resulta sostenible porque se valoriza en forma de producto final el carbono atmosférico. Con 55 ha de bambú y la basura de un pueblo de 10.000 habitantes la facturación final rondaría el medio millón de euros.
En la publicación, "biomasa como sumidero de carbono" disponible a la demanda en la sección de Publicaciones del Grupo THM y del portal Poscosecha se explica en las conclusiones de Mario Rosato, ¿cómo se podría aplicar el bambú a escala nacional en países como España o Italia?.
m.rosato@sustainable-technologies.eu
http:www.sustainable-technologies.eu
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